jueves, 5 de noviembre de 2009

La Universidad debe ser vehículo de desarrollo económico y social

Adelaida de la Calle Martín, Vicepresidenta de la Conferencia de Rectores de España –CRUE- y Rectora de la Universidad de Málaga. Aquí hace referencia a la importancia de esta institución colegiada de los rectores españoles, su capacidad de interlocución con otras Administraciones Públicas o entidades privadas, la misión de la Universidad ante el futuro más inmediato o los retos de la convergencia europea para nuestros universitarios. Adelaida de la Calle es la única mujer que ocupa la máxima responsabilidad en una universidad andaluza, desarrollando actualmente su segundo mandato como rectora.

Para aquellos que no lo sepan. ¿Qué es la CRUE?
Es la conferencia de Rectores de las Universidades Españolas. Se constituyó en 1992. Se trata de un foro de debate y de relaciones institucionales de las diferentes universidades, tanto públicas, como privadas, donde se tratan los principales problemas de estas instituciones académicas. Con ello se intenta unificar criterios y llevar una sola voz ante los diferentes ministerios con los que mantenemos algún tipo de relación.

¿Qué capacidad de interlocución tiene frente a las distintas Administraciones Públicas, particularmente, el Gobierno?
Tenemos una capacidad muy grande, porque nos respaldan todas las universidades españolas, lo que nos hace buenos interlocutores. De hecho, en el transcurso de su trayectoria ha sido un perfecto interlocutor que ha sido siempre atendido y escuchado desde cualquier ministerio, no solo desde aquellos ministerios que puedan estar más implicados, sino de todas aquellas instituciones o entidades que acuden a la CRUE cuando quieren tener un contacto directo con nosotros. Tiene también otro efecto muy importante que es su proyección internacional. La CRUE, como tal, puede mantener encuentros con otras asociaciones de universidades de todos los países del mundo.

Desde este tipo de institución, ¿cómo se definiría la misión de la Universidad a principios del siglo XXI?
Aparte de asumir nuestras funciones esenciales de docencia e investigación, el elemento por el cual ahora estamos todos implicados es abundar en la transferencia, en ser un vehículo importante en el desarrollo económico y social.
Por tanto, hemos salido de las aulas para prestar este servicio a la sociedad. Esa misión es la que impregna los objetivos de todas nuestras universidades en estos momentos y es la que asume la CRUE.

¿Cómo definiría el concepto de universidad internacional y de universidad digital?
Cuando hablamos de universidad internacional estamos hablando de una institución que se proyecta hacia esa globalidad, tanto en lo que respecta a recibir alumnos, recibir talento, incluir en sus propias estructuras funcionales, es decir, entre las plantillas de profesores, personal de administración y servicios, a aquellos que llegan de otras latitudes, así como la proyección que hacemos hacia ellos. Y luego hay otro elemento importante que creo dimensiona muy bien la internacionalidad de las universidades que es la generación de redes. De redes en las que atiende, fundamentalmente, a cambios en la interpretación de los propios sistemas educativos, de la propia inserción en el llamado Espacio Europeo de Educación Superior que implica mucho más que las propias universidades europeas, porque se proyecta a otros lugares que tienen el mismo sistema de grados, posgrados y doctorado, como en la participación en redes de investigación y de transferencia. Es introducir a la Universidad en un auténtico espacio de globalidad. Y una de las herramientas para hacer posible esa internacionalización es el uso de las tecnologías digitales.

Uno de los principales retos de la Universidad española es la llamada convergencia europea.
¿Cómo se va desarrollando este proyecto de inmediato futuro en el conjunto de las universidades españolas?
Digamos que hay distintos niveles de desarrollo. Hay asimetría; incluso a nivel autonómico andaluz, no todas las universidades tienen el mismo número de títulos en el Espacio Europeo. Está Sevilla que tiene muchos, o está Granada que no tiene ninguno. Tenemos los dos extremos. Y a nivel español pasa lo mismo, hay muchas diferencias. Hay universidades, como es el caso de la Carlos III, que inmediatamente puso en el Espacio Europeo todos los títulos, o otras que funcionan de la misma manera de cómo está ocurriendo en Andalucía; siete puede tener Salamanca, cinco Valladolid, veinte Zaragoza... También la oferta de titulaciones es muy distinta en las diversas universidades españolas. Eso quiere decir que no todos llevamos el mismo tiempo. Lo que sí tenemos es el mismo tiempo de finalización.

Uno de los retos de la convergencia europea era la movilidad. ¿Es compatible la inversión en infraestructuras y el fomento de la movilidad?
Sí, yo creo que es totalmente compatible. Estamos haciendo una gran inversión en infraestructuras para mejorar la calidad de vida en nuestros campus y de los medios para que nuestra enseñanza sea de mayor calidad. Y con ello se facilita la atracción de estudiantes, igual que los nuestros también irán hacia aquellas universidades que presenten mejor nivel en sus infraestructuras, un mayor nivel de vida. Aunque lo más importante para valorar la calidad de las universidades sea su capital humano, también es cierto que ese capital humano se desenvuelve mejor en unas buenas instalaciones que en unas malas infraestructuras. Ese mecanismo tiene que ir a la vez. El querer aplicar el Espacio Europeo en sus principios de movilidad, interculturalidad, calidad, atracción de talentos, todo ello va en consonancia con la mejor calidad en las infraestructuras, que hagan la vida más agradable por un entorno apropiado a todos los niveles.

¿Cree que aún existe cierto desconocimiento entre el alumnado de lo que significa realmente el llamado ‘Plan Bolonia’?
Yo decía en mi discurso inaugural que nosotros vamos a seguir en una campaña informativa permanente sobre la convergencia universitaria europea. Es cierto que hablamos de desconocimiento. Pero no por falta de haber empezado pronto, porque los planes piloto de Bolonia empezaron a funcionar a finales de los años 90.
Es muy difícil llegar a los alumnos, pero yo creo que el esfuerzo de este último año ha sido el que más ha cargado las pilas. Se han hecho campañas divulgativas en toda España a nivel de los institutos de Enseñanza Media. Debemos hacer un esfuerzo para que los estudiantes conozcan las bondades que supone estar en el Espacio Europeo de Educación Superior. De todas formas, todo se irá aprendiendo viéndolo.

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